06.05.2012 15:28

Centros de rehabilitación que parecen cárceles

Poco más de tres meses después de que un incendio devorara un centro de rehabilitación para adictos al alcohol y las drogas dejando 29 muertos en Perú, los bomberos peruanos tuvieron que enfrentarse de nuevo al drama de las llamas en una clínica de la capital, Lima.

Esta vez el suceso ocurrió en Chosica, un barrio de clase media al este de Lima, a pocos kilómetros de San Juan de Lurigancho, donde el pasado 28 de enero fallecieron la mayoría de los internos y un trabajador de la clínica Cristo es Amor, que atendía a alcohólicos y adictos a las drogas.

Los dos centros eran privados, cristianos y llenaban el vacío dejado por el gobierno frente a una gran demanda de hasta 100.000 adictos a nivel nacional por este tipo de ayuda. Se calcula que los centros gubernamentales adecuados solo pueden tratar a 700 personas. El incendio de este sábado, que causó la muerte de 14 personas, reabrió la polémica sobre estos centros en Perú.

"Llama la atención que esto ocurrió después de otra desgracia muy similar', le dice a BBC Mundo Milton Rojas, del Centro de Información y Educación para la Prevención del Abuso de Drogas, Cedro.

En Chosica, como en San Juan de Lurigancho, los internos no pudieron escapar de un infierno de humo y llamas porque ambas clínicas habían cerrado las puertas con candado.'Algunos centros parecieran que son cárceles. Encadenan las puertas bajo llave. Clausuran ventanas o ponen rejas', lamenta Rojas.

El experto menciona que en Perú, un país con alta vulnerabilidad ante las catástrofes -como por ejemplo, terremotos- se deberían cumplir 'los niveles de evacuación y de seguridad', además de acabar definitivamente con 'las medidas de seguridad innecesarias'.'No hay que esperar que ocurra una catástrofe, porque si no, estamos arando en el desierto', sugiere el especialista.

Ley reguladora de centros de rehabilitación

Cabe indicar que, tras lo ocurrido en enero pasado, el Ministerio de Salud peruano constituyó una mesa de trabajo interinstitucional justamente para reglamentar los centros de rehabilitación. El mismo Milton Rojas participa de esta iniciativa.

Pero para Alberto Valenzuela, regidor de la Municipalidad de Lima y especialista en temas de salud, es lamentable que todavía no se hayan emitido las normas de la ley que regula el establecimiento y ejercicio de centros de atención para pacientes de este tipo, a pesar de que ha pasado casi un año desde que se aprobó dicha ley, en julio de 2011.

"Esto es un problema muy serio', dice Valenzuela a BBC Mundo.'Conozco las debilidades que tienen los municipios distritales. No tienen toda la formación técnica para determinar si un establecimiento cumple o no con las especificaciones para el fin que se le va a dar', señala.

El especialista subraya que los requisitos que hoy regulan estos establecimientos 'son muy genéricos y antiguos'.

Según Valenzuela, el reglamento permitiría que las instituciones terapéuticas de este tipo pudieran realizar una labor impecable y respetuosa de los derechos humanos de los internos. Poner rejas en las ventanas o candados en las puertas, por ejemplo, estaría prohibido.Sin embargo, en Perú existe un número aún indeterminado de centros de rehabilitación que operan sin licencia; estos quedan fuera de la supervisión de las autoridades de salud. 

La clínica en San Juan Lurigancho, por ejemplo, no tenía permiso para funcionar.Es por esto que Valenzuela opina que el gobierno no solo debería promover buenos centros público-privados, sino que también tendría que poner en marcha un plan de supervisión y control de todas las clínicas.

Por su parte, Milton Rojas reconoce que fiscalizar y sancionar centros que no cumplen con las normas es un reto difícil para Perú, 'un país que desgraciadamente todavía está sumergido en grandes dosis de informalidad'.

"Ha habido desafortunadamente poca supervisión', sostiene. 'Pero debe señalarse que en otros escenarios, el universitario, el empresarial, etc, sí se está llegando a tener un buen nivel de conciencia', añade.

Recuerda, por ejemplo, los simulacros de prevención frente a terremotos en ciudades como Lima que se llevan a cabo con más frecuencia en los últimos años, y que ayudan a concienciar a la población, poniendo a prueba las medidas de evacuación en casos de catástrofes naturales o grandes incendios.

'No cabe duda que va a ser difícil', dice Milton, 'pero no imposible, creo, que los centros de rehabilitación acepten contar con los criterios mínimos para reducir los riesgos'.Mientras tanto, a familiares y amigos de alcohólicos y adictos a las drogas no les queda otro remedio que esperar que el gobierno cumpla.

Impulsados muchas veces por la desesperación, se apoyan en estos centros sin saber si cumplen con las mínimas normas de seguridad y respeto de los derechos humanos.

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