17.05.2012 04:27

La panamericana una “bestia negra”

A cualquier hora del día esta arteria vial es una ruleta rusa para cada uno de los usuarios que por ella transitan; mientras el transporte público colapsa por la cantidad de pasajeros y la inseguridad que los hostiga.

(Últimas Noticias) Son las 4 de la mañana y muchos mirandinos despiertan con una angustia entre pecho y espalda, no con el alivio de haber descansado lo suficiente para emprender su rutina diaria, sino porque desconocen en qué estado conseguirán la carretera Panamericana, así es como comienza el día para estos sobrevivientes del asfalto que buscan salir de sus casas lo más pronto posible para llegar a tiempo a sus diferentes compromisos en la capital del país.

Autobús, camionetica, buseta, guagua, bus, ruta, micro, rikshaw, tuk tuk, en fin una cantidad de nombres que se le da al transporte público que traslada pasajeros diariamente. Rutas hay millones, y aquí en la gran Caracas ni se diga.

La escena casi siempre es la misma, un conductor, los pasajeros, y un típico CD de salsa o vallenato que rara vez varía.

La ruta de San Antonio - Caracas, es un gran recorrido. Se montan muchas personas de todo tipo. Unas apuradas, otras despacio. Cada una con expresión distinta que posiblemente varía con el clima, si hay lluvia o sol, cuando uno se monta escucha expresiones como "Señor por favor cierre la ventana" y alguien responde "cómprense un sweater porque aquí lo que hay es calor" o manifestaciones más extrañas como "solo 7 estudiantes por unidad" y la contestación suele ser "muéstreme la gaceta donde el presidente decreto eso" y ni hablar de la tercera edad que el chofer detecta casi que automáticamente al percatarse de unos cabellos blancos, "está lleno señora espere el otro".

El conductor hace de pulpo, tiene 3 veces la cantidad de ojos y manos que realmente posee, para los 3 retrovisores, la gente que sube y baja, el cambio, el pago, y los pasaditos que quieren subir y bajar sin pagar, es decir una "colita". Porque a pesar de que salen full de la parada principal no dudan en recoger gente a lo largo de los 15 km. del trayecto que separa Santiago de León de Caracas de San Antonio de los Altos.

Todos los días se enfrentan a un tema que azota la ciudad e incluso al país, pero que a ellos puede que los afecte más de lo que pensamos. La delincuencia, que apremia esta ciudad, que no tiene compasión ni de edad, condición física, ni nada. Simplemente te llega, te toca, te condena. Unos con suerte no les ha pasado y otros por desgracia repiten la escena. "todos tranquilitos, metan todo en la bolsa, colaboren, es un atraco", palabras más, palabras menos, te toca depositar todo lo que tienes de valor, y hasta lo que no es también. Tu sueldo si estas con pésima suerte, la cartera, tu cédula y el teléfono, que preferiblemente sea Blackberry porque si no el maltrato a los usuarios es mayor.

No solamente lidian con la delincuencia sino que ahora también tienen compañeros de trabajo o unos gitanos del comercio y del canto que hacen su labor en su transporte. Unos se suben como si fueran pasajeros, hasta que la típica frase te hace caer en cuenta que no lo son: "buenas tarde señores pasajeros, les pido atención" a continuación pueden suceder varias cosas, una de ellas es que te relaten la enfermedad de un niño o una buena causa. Puede que el enfermo o el desempleado sean en persona quienes pidan. Unos son más creativos o ahora que lo pienso quizás queriéndose diferenciar del resto, llevan consigo papeles médicos que respaldan lo que le recitan de memoria a los pasajeros. Unos les creen otros no, ni siquiera cuando muestran la parte del cuerpo que no pueden mover o los lentes oscuros que poseen por la ceguera que curiosamente no les impide contar y hasta quejarse de lo que les pones en las manos. Una cantidad de verdades o mentiras que día a día piden y piden por la causa más creativa o trivial que se les ocurra.

Otro caso es el comerciante, "señores pasajeros lo que tienen en sus manos es una promoción del chocolate marca X que hoy le damos por tan solo 5bsf. las 3 unidades mientras que en las panaderías tiene un valor de 8bsf. una sola, puede verlo sin compromiso por detrás está la fecha de expiración" entonces por una u otra razón, de antojito o de querer ayudarlo deciden comprarle la mercancía, que unas son conocidas y otras no. En el último caso están los cantantes, el nuevo trabajo informal del último año, algunas personas no les gusta, otros sí. Unos cantan por necesidad, otros para darse a conocer - entre esos los más jóvenes y soñadores- o sencillamente para una plática extra. A guitarra o a capela entonan canciones conocidas y así el trayecto se hace más ameno. Pasan como quien dice con el sombrero y les das una colaboración si quieres.

Después de todo si se detienen a pesar se darán cuenta que el comerciante y el cantante de una u otra forma se ganan el pan de una manera honrada y creativa. Como pregonero de una plaza, aquí y allá buscando que la gente los oiga, les compre o les pare.

Cada hueco con el que topamos y que retumba en mí con un brinco que casi me lleva al techo del autobús, me hace pensar que hay tantas historias en una camioneta mientras yo intento concentrarme en esta, que me pierdo en ella, porque cada pasajero también es protagonista de su historia. Cada uno de ellos te refleja algo de sí, sin conocerlo. Los muchachos que están más adelante en una protesta, predicen que llegare muy tarde a mi destino, la cola es larga, trancaron la vía arbitrariamente como medida de presión porque nadie los escucha al parecer, ni el gobierno ni la oposición, ellos también son una historia. Las personas del barrio del km.0 que trancaron la entrada de la vía porque tenían días sin que "les cayera una gota de agua" son también otra historia. Mientras tanto dentro de mi medio de transporte algunos resignados ya van preparados con un buen libro como el señor de mi derecha, un dispositivo de música que lleva una muchacha joven dos puesto más allá u otros aprovechan echar un camaroncito reparador de energías perdidas. Cada uno saca sus cosas con disimulo, los más precavidos miran a los lados y atrás con la manito dentro del bolso para ocultar lo que quieren ver y no pueden sacar.

Curiosamente cualquiera se da cuenta pero eso de no sacar el objeto los deja más "tranquilos". Algunos van con un acompañante, otros solos, miradas perdidas que encierran historias ausentes a la del transporte, quizás el pago de cuentas, la comida, los hijos, amigos, un programa, el trabajo, un buen chiste, el amor perdido, el amor verdadero o la miseria de la soledad.

Al abrir la ventana sofocada por el calor, veo la basura que inunda las defesas de esa arteria vial que diariamente es la encargada de hacer llegar a sus hogares a esos miles de "sanantoñeros" y "tequeños" que acuden a la capital diariamente. "Con razón", pensé, con razón cada vez que llueve los escombros se acumulan generando aún más tráfico, no limpian. No hay dolientes, ¿es qué acaso a nadie le importa? NO, al parecer.

Va haciendo sus paradas, recorre las estaciones: los famosos hoteles de la panamericana, IVIC, IUTE, los barrios, puente Coche, Cuando llega a puente de Coche el conductor se orilla en la parada como cosa increíble sólo en nuestra ciudad capital, el hombre decide ordenar un café y un pastelito de pollo a un señor que está al otro extremo de la calle, los pasajeros se amotinan. El chofer hace caso omiso y espera pacientemente su desayuno, otro autobús que se le para adelante y le dan tiempo para echarle más guasacaca, unas cuantas cornetas dan señal que el conductor debería seguir su camino. Lo hace y seguimos todos, unos parados y otros sentados en esas verdades y mentiras que encierra la vía hasta llegar cada uno a su destino. Afuera, en la ventana hay mil historias más, de una Caracas que sueña con dar su testimonio de cada rincón, yo sólo me limito a contar con 5 Bsf. lo que pasa en el trayecto de una camioneta en la ciudad.

—————

Volver


Contacto

Mundialglob